El 3 de mayo de 1984 ETA asesinaba en Irún al mecánico ÁNGEL RODRÍGUEZ SÁNCHEZ. Su cadáver fue localizado, minutos después de las cuatro de la tarde, con dos tiros en la cabeza en una pista cercana a la carretera que conduce a la localidad.
Una persona había telefoneado hacia las 10:30 horas a Ángel requiriendo los servicios de la grúa. Se identificó como viajante de comercio e indicó que requería una reparación urgente para continuar su viaje. Ángel se dirigió hacia Ventas de Irún donde supuestamente se encontraba el vehículo que tenía que remolcar y reparar. Ahí le esperaban dos terroristas que, tras encañonarle, le obligaron a desplazarse a una zona menos transitada.
La mujer de Ángel, alarmada porque su marido no llegaba a comer, alertó a la Policía Municipal a las 15:30 horas. Media hora después, una patrulla de ese cuerpo localizó el cadáver de su marido dentro de su Land Rover. Presentaba dos orificios de bala: uno en la sien izquierda, con salida por la sien derecha, y otro a la altura del cuello con la bala alojada en su interior. En el lugar se encontraron dos casquillos marca Geco. Ángel no fue asesinado sobre la marcha, sino que fue secuestrado durante unas horas y sometido a un "interrogatorio" por parte de los terroristas.
En 1986 fueron condenados por el asesinato de Ángel dos miembros del grupo Otxobi de ETA: Francisco Barrenechea Varela e Ignacio Mendiburu Iturain. Las condenas fueron a 27 años de reclusión mayor como autores materiales. Barrenechea Varela, que llegó a acumular penas por 45 años de cárcel, sólo cumplió efectivamente ocho años, pues el 9 de abril de 1992 le fue concedido el tercer grado penitenciario. Mendiburu Iturain, por su parte, fue clasificado en tercer grado el 24 de enero de 1997 por enfermedad grave, cuando sólo había cumplido trece años de prisión.
Ángel Rodríguez Sánchez, de 42 años de edad, era natural de Villafranca de Barros (Badajoz), aunque residía en Irún desde 13 años antes de ser asesinado. Propietario de un taller mecánico y de una grúa, estaba casado con Rosa y tenía tres hijos de 15, 13 y 8 años. Tras el atentado, su esposa afirmó desconocer si Ángel Rodríguez había sido amenazado por la banda terrorista. Tres días después, el 6 de mayo, ETA reivindicó el asesinato y acusaba a Ángel de estar relacionado con los GAL, a los que, según la banda terrorista, proporcionó escondite de vehículos y armas.
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