Hacia las seis de la mañana del 2 de septiembre de 1990 la banda terrorista ETA asesinaba al guardia civil JOSÉ MANUEL ALBA MORALES y al civil LUIS ALBERTO SÁNCHEZ GARCÍA mediante un coche-bomba lanzado por la rampa que daba acceso al muelle de Uribitarte del puerto de Bilbao. La rampa llevaba hasta la garita del Servicio Fiscal de la Guardia Civil donde trabajaba el agente Alba. Resultaron también heridos por la explosión dos empleados municipales del Servicio de Ordenación de Tráfico (OTA), Anselmo Amézaga Regúlez, de 29 años de edad, y Julio Fernández Fernández, de 24, que fueron trasladados al Hospital de Basurto, donde quedaron ingresados. Julio Fernández sufrió traumatismo, contusiones y heridas varias por la acción de la metralla, siendo su pronóstico grave. Por su parte, Anselmo Amézaga presentaba una herida en el hombro derecho con pérdida de sustancia, abrasión en la piel y erosiones en cuero cabelludo. Su estado era menos grave, según el parte facilitado por el departamento de urgencias del centro hospitalario. Asimismo, resultaron heridos el agente de la Guardia Civil Juan Carlos Calzada Martín y el ciudadano Miguel Suquía Mendinueta.
Luis Alberto Sánchez murió al intentar detener la caída del coche, un Ford Fiesta que había sido robado la noche anterior a una pareja. Los dueños del Ford Fiesta fueron encontrados atados a un árbol con dos grilletes, dos candados y una cadena de dos metros de largo, en el monte Umbe en Guecho (Vizcaya) poco después de que se produjera el atentado.
El vehículo contenía una bomba compuesta por 60 kilos de amonal y metralla que fue activada por control remoto. Luis Alberto se había acercado momentos antes hasta las inmediaciones de la garita de la Guardia Civil para solicitar la ayuda de dos policías municipales que se encontraban allí, ya que su coche se había quedado sin batería. Dos trabajadores del OTA y una pareja de guardias civiles intentaban ayudarle a poner el vehículo en marcha. En ese momento, el coche-bomba fue lanzado marcha atrás por la calle de la Travesía de Uribitarte, que desemboca en la garita de la Guardia Civil. Cuando intentaban detenerlo, y antes de que colisionara con el puesto de la Guardia Civil, se produjo la explosión.
El coche-bomba quedó completamente destrozado y la onda expansiva produjo un enorme socavón en el suelo, ocasionando numerosos desperfectos en los coches y camiones que se encontraban en el lugar de los hechos. Asimismo, las ventanas de los edificios y tiendas en un radio de doscientos metros alrededor de la garita quedaron hechas añicos, sembrando la calle de cristales.
El atentado se produjo cuatro días después de que las administraciones central y vasca acordaran la adecuación de los Cuerpos de Seguridad del Estado en el País Vasco y el despliegue de la Ertzaintza. Era la primera vez que la banda terrorista ETA utilizaba el método del coche-bomba kamikaze lanzado sin conductor hacia su objetivo. Pocos meses después, el 29 de mayo de 1991, la banda asesina utilizaría el mismo método contra la casa cuartel de la Guardia Civil en Vic, provocando la muerte directa de nueve personas, cinco de ellas menores de edad. También en este caso los etarras aprovecharon la pendiente de una de las calles laterales que daban a la casa cuartel para lanzar el coche-bomba y, una vez dentro del patio, donde en esos momentos jugaban varios niños, activar el explosivo mediante un mando a distancia.
En 1995 la Audiencia Nacional absolvió por falta de pruebas a cuatro miembros de la banda terrorista ETA para los que la Fiscalía solicitaba 360 años por este atentado. La sentencia consideró que no había quedado acreditado que Jesús María Mendinueta Flores, Joseba Iñaki Zugadi García, Fernando del Olmo Vega e Inmaculada Pacho Martín tuvieran "ninguna participación concreta y directa" en dicho atentado.
En el año 2006 fue juzgado en la Audiencia Nacional Juan Carlos Iglesias Chouzas, alias Gadafi -que en 2005 solicitó ser extraditado desde Francia-, como autor directo del atentado junto a Juan María Ormazabal, alias Turco -etarra fallecido en un enfrentamiento con la Ertzaintza en agosto de 1991 en el que el terrorista asesinó al ertzaina Alfonso Mentxaka- y un tercer terrorista no identificado. Gadafi ha sido ya condenado a más de 1.200 años de cárcel en los veinte juicios celebrados contra él en la Audiencia Nacional desde que fue extraditado.
José Manuel Alba Morales, de 22 años, falleció en el Hospital de Basurto una hora después del atentado. Estaba casado y su mujer estaba embarazada de su primer hijo. Natural de Zaragoza, la mayor parte de su familia residía en Córdoba, donde fueron enterrados sus restos mortales. Llevaba sólo tres meses destinado en la Compañía de Especialistas Fiscales de la Guardia Civil de Bilbao y el 2 de septiembre era su último día de trabajo antes de irse de vacaciones. El funeral por su alma se celebró el 3 de septiembre en la Iglesia de los Padres Agustinos de Bilbao.
Luis Alberto Sánchez García, de 28 años, era natural de Baracaldo (Vizcaya). Era simpatizante de Herri Batasuna, y concejales de esta coalición proetarra en el Ayuntamiento de Bilbao asistieron al funeral celebrado en la Iglesia de Cristo Rey de la capital vizcaína. Con gran cinismo, el dirigente de HB Jon Idígoras manifestó que a ellos no les "hace falta que muera un simpatizante de HB para reflexionar sobre lo que está pasando aquí".
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Es fundamental recordar y honrar a todas las personas que perdieron la vida o resultaron afectadas por los actos violentos perpetrados por ETA. Cada una de estas víctimas merece nuestro respeto y solidaridad.