El 8 de junio de 1991 la banda terrorista ETA asesinaba a tiros en Rentería (Guipúzcoa) a RAÚL SUÁREZ FERNÁNDEZ mientras paseaba a su perro en torno a la medianoche. La víctima había sido sometida a un seguimiento previo, por lo que los miembros del grupo Ipar-Haizea de ETA conocían sus costumbres. Mientras Raúl caminaba por el paseo Iztieta de la localidad guipuzcoana, los etarras se acercaron a él y le pegaron varios tiros que provocaron su muerte casi en el acto. Los pistoleros se ensañaron, además, con el perro, contra el que abrieron fuego hasta matarlo. La banda terrorista justificó el asesinato vinculando a la víctima con el tráfico de drogas en un comunicado publicado íntegramente en vasco en el diario Egin el 28 de junio.
En el asesinato de Raúl intervinieron nueve miembros de la banda, detenidos en agosto de 1991 y condenados por la Audiencia Nacional en 1995. Como autores de los disparos que acabaron con la vida de Raúl fueron condenados a 30 años los etarras José Ignacio Echevarría Pascual y José Arizmendi Oyarzábal. A 27 años, también como autores responsables de un delito de asesinato, fueron condenados Miguel Ángel Benaito Villagarcía, Miren Maitane Sagastume Arrieta e Iñaki Casas Cartón. Los tres fueron en coche con los autores materiales de los disparos hasta el lugar del crimen y les acompañaron en la huida. Por último, y en calidad de cómplices, fueron condenados a 18 años Alfonso Castro Sarriegui, Amaia Segurola Aguirre, Javier María Múgica Picabea y Asier Echevarría Mendiburu. Los cuatro habían realizado labores de vigilancia sobre los hábitos y rutinas de la víctima.
El etarra Alfonso Castro Sarriegui había sido policía municipal en Rentería o, más propiamente, era un topo de la banda terrorista dentro de la Policía Municipal. Su misión era pasar información al grupo Donosti de ETA sobre posibles objetivos.
La infiltración de etarras, o su captación posterior, en ayuntamientos, Hacienda Foral, Ertzaintza y Policía Municipal, por no hablar de los cargos electos de Herri Batasuna o de su personal de confianza que han colaborado en labores de información con la banda terrorista, ha sido una lacra en la lucha antiterrorista contra la que ha sido muy difícil actuar.
En el caso de la Policía Municipal, la infiltración de etarras ha aportado a la banda terrorista información fundamental para cometer decenas de asesinatos. Los policías municipales no sólo tienen acceso a datos sobre movimientos de posibles víctimas, matrículas de vehículos, relaciones de algunos ciudadanos con el consumo o tráfico de drogas, itinerarios de las patrullas etc., sino que también acuden junto a las fuerzas de seguridad a los lugares donde se han cometido atentados, buena ocasión para conocer a los integrantes de los servicios de información o las matrículas de los vehículos que estos utilizan. Un ejemplo claro es el de Castro Sarriegui, que pasaba habitualmente información a los pistoleros de la banda sobre potenciales víctimas o para llevar a cabo otro tipo de acciones, como el robo de armas. Así, tras su detención en agosto de 1991, entre la documentación incautada había un plan para asaltar las dependencias de la Policía Municipal de Rentería y sustraer las pistolas reglamentarias.
Raúl Suárez Fernández tenía 24 años. Era natural de Rentería y estaba soltero. Según informó El Diario Vasco, pertenecía a una familia de Rentería conocida por el apodo de los Cocolisos. El joven asesinado "había sido detenido en diversas ocasiones acusado, fundamentalmente, de realizar varias sustracciones de vehículos".
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Es fundamental recordar y honrar a todas las personas que perdieron la vida o resultaron afectadas por los actos violentos perpetrados por ETA. Cada una de estas víctimas merece nuestro respeto y solidaridad.