Minutos antes de las ocho de la mañana del 30 diciembre de 1985 la banda terrorista ETA asesinaba en Lasarte (Guipúzcoa), al ex guardia civil y jefe de vigilancia de la factoría Michelín de esa localidad ALEJANDRO SÁENZ SÁNCHEZ cuando se dirigía a pie a su trabajo en la que iba a ser su última jornada laboral tras haberse acogido, con otros noventa y tres empleados, a la propuesta de jubilación anticipada. Sus compañeros de la sección de vigilantes le preparaban un ágape de despedida para pocas horas después.
La víctima, como hacía habitualmente, iba caminando a su puesto de trabajo desde su domicilio, que estaba a apenas doscientos metros de la factoría. Cuando se encontraba a la altura del estacionamiento de dicha factoría fue interceptado por dos o tres terroristas, que, tras descender de un taxi robado una hora antes en la localidad guipuzcoana de Hernani, lo tirotearon a muy corta distancia. Alejandro Sáenz cayó de bruces en la acera con la cabeza destrozada por varios impactos. Aunque no hubo testigos, los terroristas debieron de rematarlo en el suelo, porque "al ser levantado el cadáver del lugar del atentado, fue hallado debajo de la cabeza, entre la sangre, un proyectil de bala totalmente aplastado" (El Diario Vasco, 31/12/1985). La Guardia Civil recogió posteriormente un total de cinco casquillos de bala del calibre 9 milímetros parabellum en las pequeñas áreas de césped que separan el estacionamiento de la acera. El cadáver permaneció en el lugar del atentado hasta la llegada del juez, pasadas las 9:30 horas de la mañana.
Hacia las 8:30 horas fue liberado en las proximidades de un desguace de coches situado junto al frontón Galarreta, cerca de Hernani, Manuel Garayar Otegui, propietario del taxi utilizado por los pistoleros de la banda en el atentado. Los terroristas lo habían maniatado a un árbol con cuerdas de nailon y lo amenazaron de muerte para que no diera aviso a la Policía hasta una hora después. "Eran las siete de la mañana y yo estaba en la parada; se metieron en el taxi y me dijeron que estuviera tranquilo, que eran de ETA y que necesitaban el coche durante una hora. Me ordenaron que me dirigiera al frontón de Galarreta y cerca de allí me dejaron atado a un árbol" contó el taxista tras su liberación. Señaló que los terroristas no le mostraron sus armas en ningún momento, pero que le amenazaron con tomar represalias contra él en el caso de que no obedeciera puntualmente sus instrucciones. "Hablaban conmigo en euskera, insistían en que no me pasaría nada si yo les obedecía en todo. En realidad yo casi no les vi las caras porque, cuando llegaron a la parada, estaba oscuro y la calle está mal iluminada y, además, ellos se cubrían las caras con los periódicos".
Alejandro Sáenz Sánchez, de 58 años, era natural de Garranzo (La Rioja). Estaba casado y tenía un hijo. Había sido guardia civil durante trece años, con destino en las Comandancias de Barcelona y Guipúzcoa (Behovia, Irún y Lasarte). Había abandonado el Instituto Armado con el grado de sargento veintidós años antes de ser asesinado. El 1 de febrero de 1963 ingresó en la empresa Michelín. Tras su asesinato un miembro del comité de empresa señaló que "Alejandro Sáenz fue guardia civil hace veintidós años y a él no le importaba hablar con los policías o con los guardias; eso es a lo único que podrán agarrarse los que han hecho esto". En febrero de 2010 el Ayuntamiento de Lasarte rindió un homenaje a las víctimas de ETA originarias o residentes en esa localidad, entre ellos Alejandro Sáenz Sánchez. Durante el mismo Jesusa Ibarrola, la madre de la primera víctima de ETA, la niña Begoña Urroz, fue la encargada de descubrir una placa conmemorativa de las víctimas del terrorismo a la entrada de la Casa Consistorial.
Alejandro Sáenz fue la última víctima mortal de las treinta y siete asesinadas por ETA en el año 1985.
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Es fundamental recordar y honrar a todas las personas que perdieron la vida o resultaron afectadas por los actos violentos perpetrados por ETA. Cada una de estas víctimas merece nuestro respeto y solidaridad.