Poco antes de las diez de la mañana del 25 de julio de 1981, la banda terrorista ETA asesinaba a tiros en la localidad alavesa de Amurrio al comercial FÉLIX GALÍNDEZ LLANO, dedicado a la compraventa de pisos.
Dos etarras se presentaron en la puerta de la Pensión Ochoa, donde residía Félix desde hacía muchos años, haciendo sonar insistentemente el timbre del portal. El propio Félix bajó a abrir en pijama. Nada más aparecer en el umbral, los desconocidos le dispararon a bocajarro sin que mediase palabra entre ellos. Vecinos de la zona aseguraron haber escuchado cuatro disparos, aunque sólo uno de ellos alcanzó a la víctima. En el lugar de los hechos, la Guardia Civil recogió un casquillo de bala del calibre 9 milímetros parabellum, marca SF.
Los etarras emprendieron la huida a bordo de un Ford Fiesta, matrícula de Bilbao, donde les esperaba un tercer terrorista. El vehículo había sido robado a punta de pistola a primera hora de la mañana en la vecina localidad de Arrigorriaga. Su propietario fue encontrado a media mañana por un buscador de setas, atado a un árbol en un monte del municipio de Orozco. Horas después, la Guardia Civil localizó el coche en Astigarraga.
Una de las primeras personas que acudió al lugar de los hechos fue un hermano de la víctima, Sixto, misionero en Filipinas que había llegado unos días antes para pasar unas vacaciones con sus familiares en el País Vasco. El sacerdote, de la orden de los Capuchinos, administró la extremaunción a Félix. Cuatro años después, el 26 de junio de 1985, la banda terrorista asesinaría a su hermano Estanislao, el cartero de Amurrio.
La banda terrorista ETA reivindicó el asesinato de Félix y ese mismo día aparecieron en Amurrio unas octavillas en las que, bajo la acusación de ser informadores de la Policía, se amenazaba de muerte a cuatro vecinos del pueblo, entre los que figuraban los hermanos Galíndez.
Sin embargo, los vecinos no dieron crédito a estas acusaciones y especularon con la posibilidad de que hubiera sido un error. La parroquia de Santa María de Amurrio se llenó completamente durante la celebración del funeral el domingo 26 de julio. Entre los asistentes, además de familiares y amigos, se encontraba el Ayuntamiento en pleno, varios parlamentarios y diputados vascos y representantes de diferentes partidos políticos.
El Ayuntamiento de Amurrio, cuyas banderas ondearon a media asta, expresó por unanimidad "su condena más rigurosa contra este nuevo acto de violencia en la vida de un ciudadano y, en definitiva, contra todo nuestro pueblo".
Félix Galíndez Llano, de 54 años, estaba soltero y era natural de Amurrio. Había estado empleado anteriormente en la empresa Orfebrerías Alavesas. Por motivos de salud, dejó ese empleo siete años antes de ser asesinado, dedicándose desde entonces a la compraventa de pisos y lonjas en una inmobiliaria. La víctima comía cada día en el Bar Torrejón y pernoctaba en la Pensión Ochoa desde treinta años antes. Estaba considerado por sus vecinos como "un solterón solitario y un tanto huraño", pero que "no estaba metido en política". La propietaria de la pensión explicó que ella tenía la costumbre de abrir siempre la puerta, pero que en esta ocasión estaba atareada en la cocina, por lo que fue Félix quien lo hizo. "No entiendo quién ha podido matar a Félix. Es incomprensible, porque nunca se había metido en ningún problema". El otro inquilino de la pensión, que se encontraba en aquellos momentos en el salón, manifestó que escuchó los disparos y que, al asomarse a la puerta, comprobó que Félix estaba mortalmente herido. "A continuación me asomé a la ventana y vi a dos jóvenes que se montaron en un coche Ford Fiesta en el que huyeron".
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Es fundamental recordar y honrar a todas las personas que perdieron la vida o resultaron afectadas por los actos violentos perpetrados por ETA. Cada una de estas víctimas merece nuestro respeto y solidaridad.