- LOS SECUESTROS MÁS LARGOS
- JOSÉ ANTONIO ORTEGA LARA. 532 DÍAS. Funcionario de prisiones.
Secuestrado el 17.01.1996. - JOSÉ MARÍA ALDAYA. 342 DÍAS. Empresario. Secuestrado el 08.05.1995
- EMILIANO REVILLA. 249 DÍAS. Empresario. Secuestrado el 24.02.1988.
- COSME DELCLAUX. 233 DÍAS. Empresario. Secuestrado el 11.11.1996.
- JULIO IGLESIAS ZAMORA. 116 DÍAS. Ingeniero. Secuestrado el 05.07.1993.
- LUIS SÚÑER. 91 DÍAS. Empresario. Secuestrado el 13.01.1981.
- ADOLFO VILLOSLADA. 85 DÍAS. Ingeniero. Secuestrado el 24.11.1989.
- DIEGO PRADO Y COLÓN DE CARVAJAL. 73 DÍAS. Ingeniero. Secuestrado el 24.11.1989.
Felipe Huarte Beaumont
Felipe Huarte Beaumont tenía 44 años y tres hijos cuando fue secuestrado por ETA el 16 de enero de 1973. El empresario industrial, director por aquel entonces de la compañía Tornillería Fina de Navarra -Torfinasa-, perteneciente al Grupo Huarte, se convirtió así en el primer secuestrado por la banda terrorista con fines económicos.
Desde que ETA cometió su primer asesinato en 1968, hasta el último en 2010, se han registrado 850 muertes y más de 2.500 heridos a manos de la banda terrorista. Son, sin duda, las acciones violentas más conocidas pero durante esos más de 40 años de actividad ETA cometió otro tipo de movimientos que pusieron en jaque al país: extorsión, amenazas y secuestros. Durante esas cuatro décadas, fueron secuestradas 90 personas -10 de ellas fueron también asesinadas-, algunas como método de presión hacia el Gobierno y otras con fines lucrativos. La primera víctima de un secuestro bajo esta última premisa fue Felipe Huarte Beaumont, hace 50 años, por el que su familia pagó un rescate de 50 millones de pesetas.
ETA como defensor de los trabajadores
En los años 70 España atravesó una de las peores crisis industriales de todos los tiempos, la inflación se disparó y esto se tradujo en un aumento muy significativo del paro en el país y en una necesidad de ‘reconversión industrial’. Empresarios y trabajadores se enfrentaron por salarios, condiciones y despidos y ETA aprovechó esta situación dentro del mundo empresarial para postularse como defensor de los intereses de los trabajadores. Pero esta no era la única premisa bajo la que la organización terrorista secuestraba a empresarios. La banda encontró también en esta acción una vía eficaz y fácil para proveerse de grandes montos de dinero. Así, el secuestro pasó a convertirse con el paso del tiempo en una de las principales formas de financiación de la banda.
Bajo este contexto, hace 50 años, la noche del 16 de enero de 1953, cuatro miembros de ETA entraron en el chalet de Felipe Huarte, en ese momento director de la empresa Tornillería Fina de Navarra, perteneciente a un potente grupo industrial, el Grupo Huarte, fundado por su padre, Félix. Tras identificarse como miembros de la organización, y encerrar a los tres hijos del empresario y a su mujer, se llevaron a Huarte con los ojos vendados a punta de pistola.
Como rescate la banda pidió una mejora de las condiciones laborales de la empresa y la readmisión de parte de los empleados que habían sido despedidos en un reajuste meses atrás -algo de lo que los propios trabajadores se desmarcaron inmediatamente-. Además, por primera vez, pidió 50 millones de pesetas. Y así, el empresario pasó a ser la primera persona secuestrada por ETA con fines económicos.
Huarte pasó 10 días en cautiverio en una cueva próxima al municipio guipuzcoano de Itsasondo hasta que finalmente fue liberado en la carretera que une Irún con San Sebastián después de que su familia reuniese y diese la cantidad pedida a la organización. El cautiverio de Felipe Huarte supuso un antes y un después en ETA, pues les abrió por completo una nueva vía de extorsión y financiación. Entre 1970 y 1981 fueron secuestradas quince personas por motivos puramente económicos, de las cuales dos fueron asesinadas -Ángel Berazadi y Javier de Ybarra- y trece liberadas tras el pago del rescate.
Julio Iglesias Puga
Además de ser conocido como el padre de Julio Iglesias, el doctor Julio Iglesias Puga era, a los 66 años, un reconocido ginecólogo madrileño. Su consultorio, en el centro de la capital española, siempre era muy concurrido y entre sus pacientes se contaban no pocas estrellas del mundo del espectáculo y la canción. Ese éxito era el resultado de dos factores que se potenciaban entre sí: su prestigio como médico y la fama de su hijo. Era un signo de distinción ser atendidas por “Papuchi”, como llamaban al padre de Julio Iglesias.
Después de pasar unos días con su hijo en Miami, Iglesias Puga había regresado a Madrid el 26 de diciembre para pasar el fin de año con su ex nuera, Isabel Preysler, y sus nietos Chabely, Julio José y Enrique, hijos del ya terminado matrimonio del cantante con Isabel. Vivían en dos pisos del mismo edificio en la calle madrileña San Francisco de Sales.
El 28 de diciembre 1981 dos personas que se presentaron como periodistas de la televisión alemana visitaron al doctor Iglesias Puga en su consultorio en un Instituto Médico de la calle O’Donell. Le propusieron hacer una entrevista al día siguiente en su departamento, a donde irían con las cámaras. El padre del cantante, que no esquivaba la exposición mediática, aceptó de inmediato y fijaron una cita.
A la hora señalada de la mañana del 29 de diciembre, cuando el doctor Iglesias Puga abrió la puerta de su piso de la calle San Francisco de Sales, se encontró frente a tres hombres que no llevaban cámaras pero sí armas. Lo obligaron a bajar hasta el estacionamiento, donde lo ataron y lo obligaron a tomar un puñado de somníferos antes de encerrarlo en el baúl de un auto. Cuando despertó –contaría después de su liberación– estaba en una habitación de unos nueve metros cuadrados donde había una cama, tres sillas y un balde para que hiciera sus necesidades.
Allí pasaría los siguientes 19 días.
Un rescate casual – liberado 19 días después por las fuerzas de seguridad.
La policía española seguía todas las pistas que podía, pero el rescate del padre de Julio Iglesias ocurrió casi por casualidad. Los comandos del Grupo Especial de Operaciones (GEO), un cuerpo de elite de la Policía Nacional encargado de combatir a la ETA, obtuvieron información de que en una casa del pueblo de Trasmoz, en Zaragoza, la organización podía tener secuestrado al empresario José Lipperheide.
Durante la madrugada española del 17 de diciembre, un comando del GEO al mando del comisario Juan Domingo Martorell irrumpió en una casa frente a la Plaza España de Trasmoz y sorprendió dormidos a tres integrantes de la ETA, que luego fueron identificados como José Luis Gutiérrez ‘Guti’, su hija Gloria y su yerno, Baltasar Calvo. No ofrecieron resistencia.
Cuando los policías entraron a la habitación donde suponían que estaba secuestrado el industrial Lipperheide descubrieron que estaban frente al padre de Julio Iglesias, a quien no esperaban encontrar ahí.
El doctor Iglesias Puga estaba acurrucado en una esquina de la cama, aterrorizado. Luego contaría que creyó que iban a matarlo. El comisario Martorell lo tranquilizó: “Somos los buenos”, le dijo.
José Lipperheide
-5-Enero-1982: ETA secuestra al industrial vizcaino José Lipperheide, que sería liberado 30 días después, el 5 de febrero, tras pagar un importante rescate. Era uno de los hitos de la campaña de extorsión de ETA con el objetivo de conseguir fondos para continuar su actividad terrorista.
Saturnino Orbegozo Izaguirre
El 30 de diciembre de 1982 fue liberado por la Guardia Civil el empresario Saturnino Orbegozo Izaguirre tras permanecer 46 días secuestrado por ETA en una cabaña utilizada antiguamente para guardar el ganado lanar, popularmente conocida como borda. Este enclave distaba unos 500 metros de las casas del barrio de Arce de la localidad navarra de Donamaría.
Orbegozo Izaguirre fue secuestrado por dos jóvenes el domingo 14 de noviembre de 1982, cuando salía de misa en la localidad guipuzcoana de Zumarraga. A través de un comunicado aparecido en diversos medios informativos, ETA político militar (ETA-pm) reivindicó la autoría del rapto y anunció su intención de ejecutar al industrial si la familia no cumplía las exigencias económicas pretendidas.
Una llamada anónima efectuada a la Guardia Civil por un vecino del municipio navarro de Donamaria puso sobre la pista el paradero del secuestrado.
La presencia de unos jóvenes desconocidos que vivían desde hacía semanas encerrados en una borda cercana, sin acercarse al pueblo, llamó la atención a los habitantes de esta última localidad. El Sargento de la Guardia Civil, Comandante de Puesto de Doneztebe/Santesteban, Pedro Guerrero Arias, junto con seis guardias civiles de la misma Unidad, realizó una batida por la zona que culminó con la localización de la cabaña donde se encontraba el industrial, la liberación del secuestrado y la detención de los dos jóvenes que lo custodiaban, los miembros de ETA político-militar Gregorio Manso Martija y José Ignacio Odriozola Susaeta, de 23 y 21 años. Se daba la circunstancia que a las 24:00 horas de aquel mismo día expiraba el ultimátum planteado a la familia por los terroristas
«Gracias, muchas gracias». Con estas palabras, seguidas de un fuerte apretón de manos a cada uno de los siete componentes de la Guardia Civil que participaron en su rescate mostraba su agradecimiento el empresario por su liberación.
Por su decidida actuación en aquella intervención, el Sargento Guerrero Arias recibiría posteriormente la Cruz de Oro del mérito de la Guardia Civil, la más alta distinción de la orden del Mérito de la Guardia Civil.
Diego Prado y Colón de Carvajal
El 25 de marzo de 1983 el empresario Diego Prado y Colón de Carvajal es secuestrado por el grupo armado ETA , permaneciendo 75 días en cautividad. En 1996 tres chilenos miembros del MIR fueron condenados por «prestar ayuda logística» a los miembros de ETA que secuestraron a Emiliano Revilla ya Diego Prado y Colón de Carvajal, a una pena de catorce años de cárcel (entre estos condenados estaba el abogado Gonzalo Boye ).
En 1981 Diego Prado y Colón de Carvajal fue designado Presidente del Consejo de Administración Banco de Descuento. La quiebra de esta entidad le llevó ante los tribunales en una vista que se inició tres años después. Murió en 1995 un mes después del inicio del juicio contra su persona, sin que llegara a recaer sentencia.
José Antonio Ortega Lara
José Antonio Ortega Lara (Montuenga, pedanía de Madrigalejo del Monte, Burgos, 1958) es un funcionario de prisiones español retirado que permaneció secuestrado por la organización terrorista ETA entre 1996 y 1997. Es maestro y licenciado en Derecho. Fue militante del Partido Popular entre 1987 y 2008. Actualmente vive en Burgos. El 16 de enero de 2014 presentó, como miembro del Comité Ejecutivo Provisional, el partido político Vox junto con otros ex militantes del Partido Popular.
Secuestro
El 17 de enero de 1996 José Antonio Ortega Lara fue secuestrado en el garaje de su casa en Burgos cuando volvía de su trabajo en el Centro Penitenciario de Logroño. Días más tarde, ETA se hizo responsable del secuestro, el segundo que mantenía en esos momentos (José María Aldaya estaba secuestrado desde el 8 de mayo de 1995), y exigió para su liberación el traslado de los presos de la organización a cárceles vascas. Cuando Ortega Lara le preguntó a sus secuestradores por qué lo secuestraron, ellos le dijeron: «Estás arrestado por ser un miembro del aparato represor».
El 1 de julio de 1997 la Guardia Civil lo localizó en un zulo de Mondragón después de pasar 532 días encerrado en él. En la misma operación policial, en la que intervinieron más de sesenta agentes, fueron detenidos sus cuatro secuestradores. La operación fue compleja, pues tras horas de registro en la nave industrial donde se encontraba retenido, los agentes no consiguieron dar con el escondite, y cuando el juez Baltasar Garzón estaba a punto de cancelar la operación, la insistencia del capitán Manuel Sánchez Corbí, jefe del operativo, en que el funcionario tenía que estar allí, dio como resultado el hallazgo de un mecanismo que desplazaba una máquina que se encontraba tapando la entrada al zulo.
Las condiciones de su secuestro fueron penosas: el zulo en el que se hallaba, muy húmedo (pues se encontraba a pocos metros del río Deva), sin ventanas y situado bajo el suelo de una nave industrial, tenía unas dimensiones de 3 metros de largo por 2,5 de ancho y 1,8 m de altura interior. Ortega Lara sólo podía dar tres pasos en él. Disponía de la luz de una pequeña bombilla y, como no podía salir del habitáculo, recibía dos marmitas; una para hacer sus necesidades y otra para asearse. Los secuestradores le entregaban una bandeja con un vaso de agua y un plato con frutas y vegetales tres veces al día. Recibía el periódico a diario y medicinas cuando las requería, también poseía un walkman y libros. Según el propio Ortega Lara, la relación con sus secuestradores fue variando, de compartir conversaciones políticas cordiales a carecer de trato. En el momento de su rescate, Ortega Lara había perdido 23 kilos, masa muscular y densidad ósea. Sufría de trastornos del sueño, estrés postraumático, ansiedad y depresión.
La reacción de la banda terrorista una semana más tarde, el 10 de julio, fue el secuestro y asesinato del concejal de Ermua (Vizcaya) Miguel Ángel Blanco.
Reproducción del zulo donde ETA mantuvo secuestrado a José Antonio Ortega Lara. Expuesto en el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo (Vitoria) |
El 10 de junio de 2005 comenzó el juicio a los dirigentes etarras Julián Achurra Egurola (Pototo) y José Luis Aguirre Lete (Isuntza) por ser los organizadores del secuestro. Según la sentencia, «Pototo» ordenó a los ya condenados José Luis Erostegui, Javier Ugarte, Josu Uribetxeberria Bolinaga y José Miguel Gaztelu Ochandorena que seleccionaran y recabaran información sobre una víctima para secuestrarla. También se les ordenó el acondicionamiento y mantenimiento de un cuchitril donde debían retenerla, por lo que construyeron un habitáculo de 3,5 metros cuadrados en una nave industrial abandonada, en Mondragón.
Emiliano Revilla
Fue el cautiverio más largo en la historia de ETA hasta entonces: 249 días (luego lo superarían los secuestros del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara –532 días– y del empresario vasco José María Aldaya –341 días–). Y también es, posiblemente, aquel en el que se ha pagado una suma de dinero más cuantiosa a los terroristas a cambio de la libertad del secuestrado: unos 1.000 millones de pesetas, 6 millones de euros al cambio actual (aunque este dato es imposible confirmarlo, dado el secretismo en torno a los pagos por extorsión). El acaudalado industrial Emiliano Revilla (Ólvega, Soria, 1928), fundador de la entonces famosísima empresa de embutidos Revilla y constructor inmobiliario, fue raptado el 24 de febrero de 1988 cuando entraba en el portal de su casa en Madrid. La acción fue llevada a cabo por el tristemente célebre «comando Madrid» dirigido por el etarra Joseba Urrusolo Sistiaga, con la colaboración del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), grupo armado chileno.
En concreto, los chilenos se encargaron de realizar un exhaustivo seguimiento previo del empresario y de facilitar a ETA el lugar para retenerlo. Según los datos de la investigación policial, ya en junio de 1987 un responsable del MIR en París organizó un equipo de cuatro personas para estas tareas: con una foto de Revilla aparecida en la prensa del corazón como guía, lo vigilaron mañana y tarde, siete días a la semana durante seis meses, y pasaron a Urrusolo la información sobre sus movimientos habituales. Asimismo, les consiguieron a los etarras un coche y alquilaron para ellos un pequeño inmueble de una planta en la calle de Arturo Soria. Allí, bajo la sala de estar, se construyó un minúsculo zulo subterráneo –2 metros de largo por 1 de ancho y 1,90 de alto– al que se accedía por una escalera de mano y en el que instalaron un catre y un lugar para evacuar. Iba a ser el «alojamiento» de Revilla durante 249 interminables jornadas.
Este, para resistir, se dedicó en todo ese tiempo fundamentalmente a dibujar… y a «pasear». Tres pasos adelante, tres pasos atrás, todo lo que permitía el reducido habitáculo: según sus cálculos posteriores, así llegó a recorrer 12.000 kilómetros sin salir de su mazmorra, sin ver jamás la luz del sol ni apenas hablar con nadie. La excepción fue Urrusolo, que mantuvo algunas largas conversaciones con su cautivo, al que acabó admirando por su impresionante fortaleza de ánimo –nunca se vino abajo– y al cual pediría, años más tarde –cuando el etarra se había arrepentido de sus acciones pasadas, había abandonado la organización y cumplía condena en la prisión de Nanclares de Oca– que fuera a visitarlo a la cárcel para pedirle perdón.
Revilla, pese a declarar que recibió buen trato del terrorista, afirmó que no podía perdonar. Eso sería en 2011. Veintitrés años antes, el 30 de octubre de 1988 y previo pago por la familia de la millonaria cantidad citada, los secuestradores soltaron a su víctima, que volvió ya de madrugada andando a casa. La casualidad quiso que la primera persona en verlo fuese María José Sáez, hoy periodista y entonces una ex becaria de la agencia EFE, que había seguido el caso ese verano y que andaba rondando su domicilio. El scoop le valió a Sáez, lógicamente, su ingreso con todos los honores en la historia periodística española.
Cosme Delclaux
El abogado vizcaíno Cosme Delclaux estuvo cautivo 232 días por la banda terrorista ETA en el zulo descubierto hoy en la localidad guipuzcoana de Irún. Es secuestrado el 11 de noviembre de 1996 tras concluir su jornada laboral en la empresa telemática y base de datos EyS Consulting, ubicada en el Parque Tecnológico de Zamudio (Vizcaya).
Dos días después, la Ertzaintza encuentra su coche abandonado a cinco kilómetros de su trabajo.
EL 27 de ese mismo mes, la banda terrorista asume la autoría del secuestro de Cosme Delclaux en un comunicado enviado a diversos medios de comunicación del País Vasco. En éste, ETA justificaba la acción como un «golpe» a la «aristocracia financiera de Neguri, una de las más importantes responsables de la opresión económica y política de Euskal Herria».
La familia de Delclaux da por hecho que el secuestro sería «largo», según su portavoz Carmelo Renobales, porque para ETA el principal aspecto no es el económico sino el publicitario.
Cuando se cumplen 43 días del secuestro del empresario vasco, el 23 de diciembre, el secuestro del funcionario de prisiones Ortega Lara, en poder de ETA desde enero de 1996, se convierte en el más largo de la historia de ETA.
El 25 de febrero del año siguiente el portavoz de la familia del secuestrado da a conocer la designación de un intermediario en las negociaciones con ETA, en una intervención en la televisión vasca, y afirma desconocer la cantidad del rescate.
El 9 de abril, el portavoz de la familia confirma haber recibido un mensaje de una persona del entorno radical diciendo que Cosme Delclaux se encuentra bien, aunque reconoce no saber «si ese comentario es veraz o no».
El 30 de mayo, el funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara cumple 500 días de secuestro, y Cosme Delclaux 200 , lo que motiva numerosos actos de protesta en distintos puntos de España para pedir la liberación de ambos.
Ese mismo día, el portavoz de los Delclaux afirma que la familia «está haciendo todo lo posible» para un pronto reencuentro con Cosme. Hasta entonces ninguna de las acciones policiales han dado resultado.
El 1 de julio de 1997, Cosme Delclaux es liberado por ETA en Elorrio, aparentemente en buen estado.
Sin embargo, la salud de los padres y el hermano de Cosme se ha mermado considerablemente por el estrés. Una de las medidas adoptadas por la familia Delclaux fue proclamarse a favor del acercamiento de presos etarras al País Vasco.
Julio Iglesias Zamora
El industrial Julio Iglesias Zamora fue secuestrado por ETA y permaneció retenido entre el 5 de julio y el 29 de octubre de 1993. Los asesinos de ETA decidieron secuestrar a Iglesias Zamora porque su empresa, Ikusi, se había negado a pagar el llamado impuesto revolucionario.
Antes que secuestrar a Julio Iglesias Zamora y tenerle 116 retenido, los etarras lo habían intentado con su tío Ángel, propietario de la sociedad, pero al encontrar difícil acometer el secuestro, los terroristas cambiaron de objetivo.
Después de la liberación de Ortega Lara en 1997, Julio Iglesias Zamora acudió al zulo de Mondragón en el que había estado secuestrado el funcionario de prisiones con una comisión judicial para reconocer el lugar. Aunque Iglesias dijo que «el de Ortega Lara era bastante más grande que el mío», el Ministerio Público siempre ha sostenido que Iglesias y Ortega estuvieron secuestrados en el mismo zulo.
Angel Iglesias, tío de Julio y objetivo inicial de ETA para el secuestro, acudió a declarar en octubre de 1998 a la Audiencia Nacional en la primera sesión del juicio contra los etarras Jesús María Uribechebarría Bolinaga, Javier Ugarte Villar, José Luis Erostegui Bidaguren, y José Miguel Gaztelu Ochandorena, por el secuestro de su sobrino.
Pese a que Ángel Iglesias aseguró al tribunal que no tenía conocimiento de que la familia o la empresa Ikusi pagase el rescate por la liberación, hoy se sabe que ETA cobró el rescate de Iglesias Zamora, una cantidad de entre 500 y 800 millones de pesetas.
En 2006, con la desarticulación de la red de extorsión y cobro del llamado impuesto revolucionario de ETA, se supo que la banda aún seguía cobrando de la familia de Iglesias Zamora. La red de extorsión de ETA desarticulada el 22 de junio de ese año en Francia y España, y de la que era supuesto intermediario el dirigente del PNV Gorka Aguirre, mantenía el chantaje a la familia de industriales guipuzcoanos Iglesias Zamora, diez años después de que la banda terrorista secuestrara a Julio Iglesias Zamora.
Luis Suñer
En 1980 el gobierno de UCD había hecho público el listado de contribuyentes al fisco, en el que destacaba el empresario valenciano. La banda terrorista ETA político-militar planeó su captura y secuestro, que materializó en enero de 1981 mientras Suñer se encontraba en su despacho de Avidesa. ETA político-militar reivindicó su autoría en el diario Egin.
La inestabilidad política de la época hizo que el presidente Adolfo Suárez convirtiera el secuestro en asunto de Estado.
La madrugada del 14 de abril, el industrial Luis Suñer fue liberado tras estar tres meses secuestrado por ETA. Apareció cerca de Logroño y, tras un reconocimiento médico, fue a Alcira. Sus vecinos le recibieron con música, tracas y campanadas.
Al parecer, por su rescate se pagaron 325 millones de pesetas. En la frontera de Francia se detuvo a un abogado que hizo de mediador, que fue puesto en libertad. Dueño de Avidesa y Cartonajes Suñer, fue secuestrado en su despacho por ETA.
Seis mil alcireños pidieron su liberación el 30 de enero. En Fallas, los balcones del recorrido de la Ofrenda colgaron pancartas exigiéndola. En este sentido, el 8 de mayo, Valencia se paró totalmente durante dos minutos en protesta contra el terrorismo.
Adolfo Villoslada
El industrial Adolfo Villoslada, que permanecía secuestrado por ETA desde el pasado 24 de noviembre, fue liberado ayer a las diez de la noche cerca de Pamplona. A las 22.30, el empresario, de 48 años de edad, llegó a su casa del barrio pamplonés de San Juan. «Me han tratado bien», fue uno de los primeros comentarios a su mujer e hijos. «Tengo mucha alegría», dijo a los periodistas. El Ministerio del Interior dijo que la liberación no cambia nada. «No hay negociación posible», declaró un portavoz.
Villoslada fue conducido por sus secuestradores, a bordo de un vehículo y con música a todo volumen, a un descampado de la localidad de Esquíroz, a unos tres kilómetros de la capital navarra, donde fue dejado encapuchado y atado.Diez minutos más tarde, Villoslada llamaba al timbre de la puerta de su casa. Su presencia originó gritos de alegría entre los hijos y la esposa del industrial. «Se encuentra bien. Con una barba crecida y el pelo largo», señalaron miembros de su familia. «Muy delgado, pero bien», comentaron los tres trabajadores de la empresa Estructuras Metálicas Añuri quien precisamente ayer regresaron de Estrasburgo, adonde se habían desplazado para gestionar acciones en favor de la liberación de Villoslada.
El delegado del Gobierno en Navarra, Jesús García Villoslada, acudió antes de medianoche al domicilio del empresario. Al salir, comentó su gran preocupación por el destino quedarán los etarras al dinero del rescate, cifrado entre 200 y 900 millones de pesetas por un rotativo navarro hace cuatro días.
A las once de la noche, Villoslada comentó a su abogado que durante su secuestro estuvo encerrado en un habitáculo de 1,70 metros de largo al que se descendía por una escalera. Los terroristas le dejaron una silla, un saco de dormir y varios libros.
La liberación de Villoslada se produce días después de que Ángel Alcalde, ex preso de ETA y dirigente de HB, pidiera en París al Gobierno y a ETA que se iniciasen negociaciones y que comenzase de inmediato una tregua bilateral. Como «prueba de buena voluntad», ETA, según Alcalde, podría poner en libertad en breve al industrial Villoslada.
Un portavoz del Ministerio del Interior declaró ayer, minutos después de conocer la noticia de la liberación, que este hecho «no modifica» la posición de ese departamento sobre ETA. «Nada ha cambiado. No hay negociación posible», añadió.
Miren Elósegui Garmendia
Fuente – 11 de enero de 2023
Miren Elósegui Garmendia falleció el domingo pasado. Fue la primera y única mujer secuestrada por la banda terrorista ETA
Miren Elósegui tenía 47 años y tres hijos cuando fue secuestrada por ETA en su vivienda de Tolosa el verano de 1982. El 12 de junio de aquel año, la militante del PNV, se convertía en la primera mujer -y única- secuestrada por la banda terrorista.
Fue una rama de la banda, el sector conocido como ETApm VIII, el que, para reactivar su capacidad operativa realizó numerosos secuestros entre 1982 y 1985, uno de ellos el de Miren. La banda, por aquel entonces, no estaba pasando por su mejor momento económico y su debilitamiento era palpable por la sociedad -entre 1981 y 1982 asesinaron a 88 personas, cuando solo en 1980 habían asesinado a 95- y utilizó este método para financiar su “lucha”.
Así, convirtieron al mundo empresarial en uno de sus objetivos principales y a la extorsión de los empresarios en una de sus acciones más usadas. En particular esta rama de ETA consiguió en tres años, a través de seis secuestros a empresarios vascos, entre 302 y 325 millones de pesetas -lo que a día de hoy serían 6,5 millones de euros-.
Así, el verano de 1982 -primer año que el comando ETApm VIII actuó tras la tregua declarada por la organización terrorista- secuestraron a tres personas. Al odontólogo Luis Allende, liberado tras un pago de más de 300.000 euros; al empresario industrial Rafael Abaitua, en libertad tras un pago de más de 550.000 euros; y a Miren Elósegui, hija del propietario de Boinas Elósegui de Tolosa y esposa del gerente de dicha empresa.
Recorte de periódico de aquel año./ Javier Aramburu Elósegui
En cautiverio durante trece días
El 12 de junio de 1982, Miren Elósegui Garmendia, de 47 años era secuestrada en su domicilio de Tolosa con la exigencia de un pago de 1.200.000 euros por su rescate. Monto que se redujo hasta los 95.000 euros y que no se llegó a pagar porque los secuestradores no acudieron al punto acordado. Tras ser encañonada por dos miembros del comando fue retenida en la vivienda hasta que su hijo Javier llegó a casa. A él sería a quien le detallarían cómo se llevaría a cabo el rescate antes de llevarse a su madre.
Elósegui pasó trece días en un zulo de 2 metros cuadrados hasta que el día 25 de junio, poco después de las 12 de la noche, fue liberada cerca de Tolosa. Esas dos semanas la mujer permaneció encerrada en una habitación sin ventilación ni iluminación. “La sensación es horrorosa. Tu vida en el cautiverio dependen de otras personas, de unos contactos para pagar el rescate, de que se logre o no reunir una determinada cantidad de dinero y llegue a destino. Y como nunca te informan de nada, ni puedes adivinar el pensamiento de tu guardián, terminas medio loca de tanto pensar”, declaraba la mujer años después de su secuestro para Cambio 16.
Miren Elósegui falleció este domingo en su domicilio familiar de Tolosa, 41 años después de su cautiverio, a los 88 años de edad. Cuatro décadas después del secuestro que marcó a la sociedad vasca y a la propia banda terrorista, la cuál no volvería a secuestrar a una mujer.
José María Aldaya
El empresario José María Aldaya ha fallecido este martes a los 80 años edad en su domicilio familiar de Hondarribia (Guipúzcoa). Aldaia estuvo secuestrado por ETA durante 341 días, desde el 8 de mayo de 1995 hasta el 14 de abril del año siguiente.
«En nombre de toda la Diputación quiero trasladar mi más sentido pésame a los familiares y amigos de José María Aldaya. Sin duda fue uno de los exponentes más duros del sufrimiento provocado por ETA a nuestro Pueblo. Goian bego», ha señalado el diputado general de Guipúzcoa, Markel Olano, en las redes sociales.
Aldaya fue secuestrado el 8 de mayo de 1995 tras salir de trabajar para dirigirse a su domicilio de Hondarribia (Guipúzcoa). Sus familiares denunciaron la desaparición poco después de que el coche del empresario fuese encontrado, abierto y sin señales de haber sido forzado, sobre las 22.00 horas en Irún, a unos dos kilómetros de la zona donde residía.
Desde un primer momento, las autoridades policiales señalaron a ETA como responsable de la desaparición de Aldaya, ya que su nombre se encontraba en las listas de posibles objetivos, incautadas al ‘comando Donosti’ ‘Ipar-haicea’ de ETA, desarticulado en agosto de 1991 en el barrio donostiarra de Morlans. En las listas se especificaba que la banda terrorista podría pedir por él un rescate de 1.000 millones de pesetas.
El 25 de mayo ETA se responsabilizó del secuestro de Aldaya a través de un comunicado en el diario ‘Egin’. La banda señalaba que secuestró al empresario por «negarse a efectuar la aportación económica requerida para sacar adelante la lucha por la liberación de Euskal Herria», el denominado «impuesto revolucionario» que los terroristas exigían a empresarios e industriales del País Vasco.
Tras dos meses sin noticias por parte de ETA, el 20 de julio el diario Egin publicó en su portada y en una información interior sendas fotografías de José María Aldaya, en las que éste aparecía sin barba, vestido con una camisa y con un ejemplar del periódico en la mano. Las imágenes iban acompañadas de un comunicado de la banda terrorista en el que se atribuían varios atentados, pero no hacían ninguna referencia al secuestrado.
Durante los meses que duró el secuestro, las muestras de apoyo hacia Aldaya y su familia fueron constantes y se pusieron en marcha diversas iniciativas para pedir su liberación: manifestaciones, concentraciones, recogida de firmas o encierros.
El lazo azul, que ya lucieron en 1993 muchos ciudadanos como símbolo de rechazo al secuestro de Julio Iglesias Zamora, se volvió a ver en los balcones y las manifestaciones organizadas por asociaciones pacifistas vascas, como Gesto por la Paz, llenaron las calles del País Vasco.
Por su parte, la izquierda abertzale lanzó una campaña de «contramanifestaciones», apostándose frente a los que reclamaban la libertad de Aldaya, lo que dio lugar a diversos altercados.
Durante la madrugada del 14 de abril de 1996, José María Aldaya fue liberado en un bosque próximo al puerto de Azkarate, en la localidad guipuzcoana de Elgoibar, tras 341 días de cautiverio (el secuestro más largo de los cometidos por ETA hasta ese momento).
Tras su liberación, declaró que creía haber estado «bajo tierra», porque no oía nada y se volvía «sordo de silencio». Explicó que el habitáculo medía tres metros y medio de longitud, un metro de ancho y 1,95 de alto. La pared era de papel y debajo había escayola, mientras que el suelo era de plástico.
José María Aldaya: ‘Me quedé medio loco tras el secuestro por ETA’ – Fuente
El secuestro fue reivindicado por ETA mediante una llamada al diario ‘Egin’ que se produjo el 25 de mayo de 1995. El industrial fue liberado 341 días después en el Alto de Azcárate de Elgóibar (Guipúzcoa), una vez que la familia y su empresa, Alditrans, pagaran «una cuantiosa suma de dinero no exactamente determinada pero no inferior a 150 millones de pesetas», según la Fiscalía.
Luis Abaitúa
El otro 1 de marzo de Arnaldo
En su automóvil
Allí, «tenían preparado un agujero o zulo, excavado en la tierra, y que consistía en un habitáculo de 2,50 metros de largo, por 1,50 metros de ancho y 1,80 de altura, con entrada disimulada por arbustos y ramajes». «Dicho escondrijo subterráneo fue reconocido por Abaitúa, el 26 de marzo de 1979, una vez que fue localizado por la Policía en razón a los datos suministrados por alguno de los condenados y en el mismo permaneció, privado de toda libertad de movimientos , hasta el día 1 de marzo de 1979, habiendo estado en todo momento debidamente custodiado y vigilado», agrega. «La liberación del señor Abaitúa comenzó en las últimas horas de la noche del 28 de febrero, en que fue sacado de la cueva, con los ojos vendados y trasladado en automóvil, durante largo espacio de tiempo, hasta las proximidades de Vitoria, donde sobre la una de la madrugada del día siguiente fue dejado en libertad», agrega.
En la sentencia se indica que no consta que se hubiese solicitado rescate económico, ni que se hubiera puesto condición alguna a la liberación (el «delito» de Abaitúa era ser directivo de la empresa Michelin, que atravesaba por conflictos laborales). Se asegura que recibió buen trato, «pareciendo que la operación obedeció a fines propagandísticos de la ideología del comando y en relación con los conflictos laborales que afectaban a la empresa Michelin, de la que era uno de sus directivos».
Seis años y un día
En la sentencia se indicaba también que a Otegi se le seguían entonces, por su vinculación con ETA, otros procedimientos penales que no se especificaban, pero que, al parecer, estaban relacionados con otros secuestros, alguno en grado de tentativa. De Otegi se decía que estaba casado, que era estudiante, «con instrucción, sin antecedentes penales, de irregular conducta, declarado insolvente». Fue defendido por el letrado Ignacio Esnaola. Al ser insolvente, no tuvo que abonar la parte de las cien mil pesetas a que fue condenado. La rama Político Militar de ETA, que lamentablemente ha gozado de un cierto predicamento por haber decidido poner fin a las actividades terroristas tras una negociación con el Gobierno de la UCD, era ideológicamente mucho más fanática que la «militar» y, por lo tanto, más peligrosa. Su decisión no se debió a un gesto de magnanimidad, sino que, como ha ocurrido ahora, lo hizo cuando se vio acorralada por las Fuerzas de Seguridad y al no poder controlar el conjunto de ETA.
Javier Rupérez
Los secuestros de ETA fueron una constante en España durante muchos años. Uno de sus protagonistas fue Javier Rupérez. Secretario de Relaciones Exteriores del partido UCD, el 11 de noviembre de 1979 fue secuestrado y no volvió junto a su familia hasta 31 días después de su desaparición.
Luis María Alkorta, Arnaldo Otegui, Françoise Marhuenda y Begoña Aurteneche fueron los cabecillas de este rapto. La víspera del día en el que llevarían a cabo su plan, pasaron todos la noche en la calle de la Encomienda de Madrid, en un piso alquilado.
En la mañana del 11, el primer paso de su plan era dejar el coche donde trasladarían al secuestrado a Hoyo de Pinares (Ávila) en la Casa de Campo. Después, se dirigieron al domicilio del político, en la Plaza de la Morería de la capital, donde esperaron a que saliese de su casa y entrase en su coche para obligarle a pasar a los asientos de atrás del vehículo y ponerse unas gafas opacas.
Le hicieron bajar al llegar a la Casa de Campo, y de allí fueron al chalet donde estaría Rupérez encerrado durante un mes entero.
Las alarmas comenzaron a sonar cuando se vio que el secretario no llegaba a la I Mesa Iberoamericana de Partidos Democráticos, celebrada en el Hotel Monte Real. A las 13:30 de ese día se denuncia su desaparición y esa misma tarde comienzan los controles policiales en las salidas y accesos de Madrid, a pesar de ser ya inútil.
Dos días después, la banda reivindica el secuestro y anuncia que concretarán sus exigencias –que fueron la excarcelación de cinco reclusos y la creación de una comisión en el Consejo General Vasco para estudiar la violencia institucionalizada contra el País Vasco– para la liberación de Rupérez. Además, ese día se encuentra en la Casa de Campo el vehículo abandonado del secretario.
Ante esto, se constituyó un Comité Pro-liberación de Javier Rupérez y se instó al Gobierno a actuar. Los captores publicaron también varias fotografías del miembro de UCD con un mono de obrero para hacer ver que seguía vivo y le hicieron escribir una carta dirigida a Adolfo Suárez implorándole que haga algo por su vida.
El 12 de diciembre de 1979, Rupérez aparecía de madrugada en una gasolinera de la N-1 en Burgos, recién liberado y desorientado. Sobre las ocho de la mañana, el diputado volvía a Madrid, donde se reuniría de nuevo con su familia y con el presidente del Gobierno para relatarles su mala experiencia.
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Es fundamental recordar y honrar a todas las personas que perdieron la vida o resultaron afectadas por los actos violentos perpetrados por ETA. Cada una de estas víctimas merece nuestro respeto y solidaridad.