A las 13:20 horas del 27 de marzo de 1987, el guardia civil ANTONIO GONZÁLEZ HERRERA resultaba muerto, y otras 18 personas, cuatro agentes y catorce viandantes que pasaban por ahí sufrieron heridas de diversa consideración, por la explosión de un coche-bomba colocado por ETA en una de las entradas del puerto de Barcelona. La furgoneta, aparcada a sólo tres metros de una garita compartida por la Guardia Civil y la policía portuaria, contenía 45 kilos de amonal y numerosos recipientes con metralla. Fue activada por control remoto desde un lugar cercano al que se encontraba estacionada. Antonio González Herrera resultó alcanzado de lleno por la metralla, que le afectó al cerebro y le provocó pérdida de masa encefálica. Falleció mientras era sometido a una intervención de urgencia.