viernes, 19 de junio de 1987

Mercedes Manzanares - Silvia Vicente y Jordi Vicente

El 19 de junio de 1987, Mercedes Manzanares Servitjá, de 30 años y soltera, iba acompañada de sus sobrinos Silvia Vicente Manzanares. y Jordi Vicente Manzanares, de 13 y 9 años. Los tres estaban en el aparcamiento subterráneo del centro comercial Hipercor de Barcelona e iban a volver a casa después de hacer las compras, cuando la banda terrorista ETA detonó un coche-bomba dentro del aparcamiento. Los dos niños estaban en los asientos traseros y Mercedes en el delantero. Mercedes murió en el acto y sus sobrinos murieron intoxicados por el humo.

Mercedes Manzanares (30 años)
Murió en el mismo aparcamiento por el impacto de la explosión cuando, junto a sus sobrinos de nueve y 13 años, se disponían a volver a casa tras haber realizado las compras. Mercedes, soltera, había llevado a los niños a comprarse un bañador , porque pocos días después tenían que irse de viaje de fin de curso. «Yo la habría acompañado –contaba Nuria Manzanares, madre de los niños y hermana de Mercedes a “El País” en 2001–, pero aquella tarde tenía que estar en la peluquería, de manera que en mi lugar fue mi hermana. Yo les sugería que fueran a esas galerías que entonces se estaban poniendo de moda, el Bulevard Rosa, pero decidieron que irían más cerca». En la película «Trece entre mil», de Iñaki Arteta, el marido de Nuria relató cómo se enteró de la tragedia, tras recorrerse media Barcelona: «Volví otra vez a Hipercor, y entonces, una vez ahí, preguntando, siento: “Mercedes Manzanares”, y entonces, claro, al oír su nombre…»

Silvia Vicente (13 años)
Fue la segunda víctima más joven, sólo después de su hermano Jordi. Ambos se encontraban en el asiento de atrás del coche que conducía su tía Mercedes. Pero ellos no fallecieron por la explosión: «A ellos no les tocó de lleno porque murieron por ahogamiento, por el humo, no fue por nada más», contaba el padre años después.

Jordi Vicente (9 años)
Fue la víctima más joven del atentado, y hoy habría cumplido los 34 años si no hubiera muerto a causa de la gran cantidad de humo que generó la explosión del Ford-Sierra colocado por el etarra Troitiño . «El niño estuvo a punto de quedarse en casa, pero en el último momento decidió ir», relataba su madre a ABC en 2002, en la que relató que en el momento del atentado no sabía que estaba embarazada de un tercer hijo. Aún así, no deja de preguntarse por qué dejó a sus hijos y su hermana que fueran a comprar el bañador aquel día.

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Es fundamental recordar y honrar a todas las personas que perdieron la vida o resultaron afectadas por los actos violentos perpetrados por ETA. Cada una de estas víctimas merece nuestro respeto y solidaridad.