El 2 de agosto de 1980 la banda terrorista ETA secuestraba y asesinaba en Éibar (Guipúzcoa) a MARIO GONZÁLEZ BLASCO, trabajador de la empresa Agruminsa en Vizcaya.
El secuestro de Mario González se produjo poco después de las seis de la mañana. Tras finalizar su turno de trabajo como soldador en el pozo minero Bodovile perteneciente a Agruminsa, la víctima se dirigió a su domicilio en la localidad minera de San Salvador del Valle a bordo de un Land Rover de su propiedad acompañado por otro trabajador de la misma empresa. El vehículo fue interceptado por varios terroristas encapuchados que, tras dejar atado al vehículo al acompañante en un monte cercano, secuestraron a Mario y huyeron a bordo de otro automóvil.
Hacia las tres de la tarde se recibieron en las redacciones de varios medios de comunicación vascos sendas llamadas en las que se anunciaba, en nombre de ETA político-militar, el "secuestro y ejecución de Mario González". El anónimo comunicante anunció la difusión de un nuevo comunicado explicando las causas del asesinato y precisó que el cadáver se encontraba en un barranco del barrio de Aguinaga, en las afueras de Éibar, "cerca del lugar donde había sido asesinado Jesús María Zubikaray Badiola" militante de EIA (Partido para la Revolución Vasca), simpatizante de la coalición Euskadiko Ezkerra y antiguo militante de ETA, asesinado seis meses antes, el 2 de febrero, en un atentado reivindicado por el Batallón Vasco Español.
Para esa hora, un vecino del barrio de Aguinaga de Éibar había descubierto ya el cuerpo sin vida de Mario y había dado aviso a la Policía Municipal hacia las 13:00 horas, siete después del secuestro. El cuerpo de Mario, abandonado a unos cincuenta metros del lugar donde apareció el cadáver de Zubikaray, un paraje conocido como Zubitxa, presentaba ocho impactos de bala: uno en la cabeza, con orificio de entrada a la altura del pómulo derecho, y el resto en el tórax, cerca del corazón, todos ellos mortales de necesidad. Los terroristas habían colocado sobre el cadáver un recorte de prensa en el que aparecía una fotografía de Zubikaray que pegaron con un esparadrapo en la camisa de la víctima. La banda terrorista ETA acusaba a Mario de estar relacionado con el asesinato de Zubikaray.
Los trabajadores de los tres turnos de la empresa Agruminsa acordaron realizar un paro de veinticuatro horas en señal de duelo por el asesinato de su compañero. Por su parte, el pleno del Ayuntamiento de San Salvador del Valle condenó en sesión extraordinaria el atentado. Varios concejales del Ayuntamiento, además de familiares, amigos y compañeros de la víctima, asistieron al funeral por su alma celebrado en la parroquia de María Magdalena de La Arboleda en San Salvador del Valle, en cuyo cementerio fueron enterrados sus restos mortales.
Mario González Blasco, tenía 51 años y, desde veinticinco años antes, trabajaba como soldador en la empresa Agruminsa de la localidad vizcaína de Gallarta. Era natural del enclave minero de La Arboleda, barrio de San Salvador del Valle, en la margen izquierda vizcaína. Afiliado a Comisiones Obreras desde 1979, estaba casado y tenía dos hijos.
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