domingo, 29 de septiembre de 1974

Gerardo García Pérez

El 29 de septiembre de 1974 falleció en la Ciudad Sanitaria provincial Francisco Franco GERARDO GARCÍA PÉREZ a consecuencia de las gravísimas heridas sufridas por la explosión de una bomba que la banda terrorista ETA había colocado en los aseos de la cafetería Rolando de la calle del Correo de Madrid el 13 de septiembre. Pasaba así a convertirse en la víctima número doce del atentado. Casi dos años y medio después, el 11 de enero de 1977, fallecería el inspector Félix Ayuso Pinel, el único policía víctima de la masacre.

Gerardo García había sufrido diversas lesiones internas y en la cara, además de la amputación de una pierna. Tras colocarle un riñón artificial respondió en un primer momento al tratamiento, pero poco a poco su situación se fue agravando, falleciendo a las 10:45 horas del 29 de septiembre. Fue enterrado en el madrileño cementerio de Carabanchel el lunes 30 de septiembre.

Gerardo García Pérez estaba casado y tenía tres hijos. Trabajaba como camarero en la cafetería Rolando y fue uno de los tres empleados del establecimiento que perdió la vida en el atentado, junto a Francisco Gómez Vaquero, cocinero del establecimiento, y Manuel Llanos Gancedo, también camarero como Gerardo.

domingo, 15 de septiembre de 1974

Martín Durán Grande

El 15 de septiembre de 1974 fallecía en el Hospital Militar de Bilbao el guardia civil MARTÍN DURAN GRANDE tras ser herido gravemente el 11 de septiembre en un enfrentamiento con miembros de la banda terrorista ETA en la capital vizcaína.

viernes, 13 de septiembre de 1974

Atentado de la cafetería Rolando

El atentado de la cafetería Rolando, también conocido como atentado de la calle del Correo, fue un atentado terrorista cometido el 13 de septiembre de 1974 por la banda terrorista ETA-V Asamblea​ en una cafetería de la calle del Correo situada en el centro de Madrid (España), a escasos metros de la Puerta del Sol. Causó un total de trece muertos y más de medio centenar de heridos.


Manuel Llanos Gancedo

El 13 de septiembre de 1974 la banda terrorista ETA provocaba su primera masacre haciendo explotar una bomba en la cafetería Rolando de la calle del Correo, muy cerca de la Puerta del Sol en Madrid. La cafetería era frecuentada por policías de la Dirección General de Seguridad y por ello se convirtió en objetivo de la banda asesina.

El camarero de la cafetería Rolando Manuel Llanos Gancedo, de 26 años, ingresó  sobre las 15.30 horas, todavía con vida, en el hospital de la Cruz Roja de Madrid.  Allí le suministraron oxígeno e intentaron por todos los medios mantenerle con vida, pero murió antes de que pudiera ser operado. Manuel llevaba cinco años en  Madrid cuando la bomba que ETA colocó en el local donde trabajaba, porque supuestamente era frecuentada por policías, acabó con su vida.  

Nació en la localidad asturiana de Villar de Vildas, pero a los seis años su familia se trasladó a Villablino (León), donde su padre encontró trabajo en la mina. Manuel tuvo que comenzar a trabajar muy pronto como aprendiz de camarero, pues eran cinco en la familia viviendo del salario del padre. Su primer trabajo fue en el casino de Villablino y cuando  los arrendatarios del local se trasladaron a Madrid para abrir un nuevo negocio les acompañó. Manuel, recuerda su hermano, era feliz en Madrid.  Unos años después, los dueños de la cafetería Rolando le ofrecieron empleo como uno de los encargados y aceptó.

Francisco Gómez Vaquero

El 13 de septiembre de 1974 la banda terrorista ETA provocaba su primera masacre haciendo explotar una bomba en la cafetería Rolando de la calle del Correo, muy cerca de la Puerta del Sol en Madrid. La cafetería era frecuentada por policías de la Dirección General de Seguridad y por ello se convirtió en objetivo de la banda asesina.

Francisco Gómez Vaquero, cocinero en la cafetería Rolando, tenía 31 años. Estaba casado con Blanca Condado Aguilar y tenían dos hijas de 4 y 2 años. Francisco fue rescatado aún con vida entre los escombros, pero falleció posteriormente en el Hospital Clínico al que había sido trasladado. Blanca Condado, su viuda, tenía tan solo 29 años. Tardó años en recibir una pensión, por lo que tuvo que ponerse a trabajar como asistenta para sacar adelante a sus dos hijas (José María Calleja, Contra la barbarie. 

Un alegato a favor de las víctimas de ETA, Temas de Hoy, 1997). Más de quince años después del asesinato de su marido, Blanca percibía una ridícula pensión del Estado, que ascendía a 39.654 pesetas, apenas 240 euros de hoy. "En todos esos años, la Administración española no ha podido ser más generosa con esta mujer que a los veintinueve años quedó viuda con dos criaturas a las que alimentar, víctima de una barbarie que los sucesivos Gobiernos españoles aún no han sabido atajar" se quejaba en una tribuna de ABC la entonces presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, Ana María Vidal-Abarca (24/02/1990), viuda del comandante de caballería Jesús Velasco Zuazola. "El calvario que en estos años ha pasado Blanca Condado sólo ella lo sabe. Después de padecer más de tres lustros de viudedad, de los que nada en el mundo podría compensarla, tiene además que soportar una penuria económica que le impide dar una formación y unos estudios a sus hijos. Cuando el marido de Blanca fue asesinado no existían indemnizaciones para los familiares de civiles muertos en actos terroristas y también se vio privada de esa ayuda económica. Una indemnización que hoy sí perciben ya las viudas de civiles que lo son por la brutalidad incalificable de los asesinos terroristas. La ley que regulaba estos supuestos no fue, desgraciadamente para ella y para otras muchas viudas, retrospectiva. 

Es cierto que Blanca recibe la pensión que marca la Ley. Pero esa Ley es clamorosamente injusta. A ella se lo dicen las lágrimas que muy a menudo llenan sus ojos al contemplar a sus hijas, ante la impotencia en que se encuentra para darles una vida más digna. A los demás nos lo dicta, o al menos así debería ser, el sentido común" (ABC, 24/02/1990).

María Ángeles Rey Martínez

El 13 de septiembre de 1974 la banda terrorista ETA provocaba su primera masacre haciendo explotar una bomba en la cafetería Rolando de la calle del Correo, muy cerca de la Puerta del Sol en Madrid. La cafetería era frecuentada por policías de la Dirección General de Seguridad y por ello se convirtió en objetivo de la banda asesina.

María Ángeles Rey Martínez era una estudiante de 20 años, nacida en Burgos, que había empezado a trabajar en el verano de 1974 haciendo prácticas como administrativa en un taller de electricidad. Había suspendido una asignatura, por lo que fue a Madrid para presentarse a los exámenes de septiembre. El 13 de septiembre fue con unas amigas a comer a la cafetería Rolando, cuando explotó la bomba colocada por la banda asesina ETA. Así rememoraba Francisco Rey cómo se enteró del asesinato de su hija: "Yo salí de trabajar aquel día y me fui a casa sobre la hora del telediario. 

Estaba sentado y dieron la noticia. ‘Mecachis’, me dije, ‘a ver si me ha tocado la china’. No hago más que pensar esto cuando llaman a la puerta y se presenta la Policía en casa. Era la policía de Burgos que había venido hasta el pueblo donde vivíamos, y me dicen: ‘¿Francisco Rey?’ ‘Sí’, les digo. ‘Venga con nosotros a comisaría que ha tenido un percance su hija en Madrid’. No me dijeron nada más, ni en qué estado estaba, ni si había muerto o no. Tiempo después y a través de sus compañeras pude saber cómo había ocurrido todo. Ellas entraron a comer a la cafetería Rolando. Se aproximaron al mostrador y entonces, -no sé la gente que habría, si estaba a tope o no-, se repartieron las funciones. Mientras unas fueron a la barra a pedir la comida o el aperitivo, mi hija se separó del resto, supongo que unos metros, para coger mesa. Y fue en ese momento cuando explotó la bomba. Mi hija cayó en el acto y a las amigas no les pasó nada, unos arañazos y poco más. 

 Aquellas Navidades fueron muy tristes, muy tristes. Veías a la gente contenta, en la calle, haciendo compras, llena de alegría y tú con tu tristeza y tu pena. Era muy triste para toda la familia. Mi hijo pequeño, que tenía siete años cuando murió su hermana, parece que se dio menos cuenta, pero las otras dos hijas, que tenían dieciséis y catorce, sí que lo sintieron mucho. Mª Ángeles era su hermana mayor y estaban muy unidas a ella. Les costó mucho superarlo" (Iñaki Arteta y Alfonso Galletero, Olvidados, Adhara, 2006). 

Concepción Pérez Paino

El 13 de septiembre de 1974 la banda terrorista ETA provocaba su primera masacre haciendo explotar una bomba en la cafetería Rolando de la calle del Correo, muy cerca de la Puerta del Sol en Madrid. La cafetería era frecuentada por policías de la Dirección General de Seguridad y por ello se convirtió en objetivo de la banda asesina.

Concepción Pérez Paino tenía 65 años. Trabajaba como administrativa en la sede de la Dirección General de Seguridad, situada en la Puerta del Sol. Sus compañeros de trabajo sabían que solía acudir a esa cafetería a tomar café, por lo que fue una de las primeras víctimas en ser identificada. Concepción fue enterrada al día siguiente en el cementerio de La Almudena de Madrid.

Luis Martínez Marín

El 13 de septiembre de 1974 la banda terrorista ETA provocaba su primera masacre haciendo explotar una bomba en la cafetería Rolando de la calle del Correo, muy cerca de la Puerta del Sol en Madrid. La cafetería era frecuentada por policías de la Dirección General de Seguridad y por ello se convirtió en objetivo de la banda asesina.

Luis Martínez Marín, agente comercial jubilado de 78 años, había nacido en Valladolid, aunque residía en Madrid desde años antes de ser asesinado en la cafetería Rolando. Fue enterrado en el cementerio de La Almudena de Madrid.

Antonio Lobo Aguado

Antonio Lobo Aguado, de 55 años, estaba casado y tenía dos hijos. Era natural de Villanueva del Río, localidad sevillana donde fue enterrado el 16 de septiembre. El funeral de cuerpo presente fue oficiado en la iglesia parroquial de San Fernando. Al mismo asistieron la viuda y sus dos hijos, además de Alberto Leiva Rey, jefe provincial del Movimiento, el presidente de la Diputación Provincial de Sevilla, el alcalde de Villanueva y los miembros de la corporación municipal, además de otras autoridades provinciales y locales. Ferroviario de profesión, Antonio había sido trasladado a Madrid poco tiempo antes del atentado, destinado en el Departamento de Información de Renfe de la estación de Madrid-Delicias. El 13 de septiembre se encontraba casualmente en la cafetería Rolando y fue de las primeras víctimas en ser identificadas, tras ingresar cadáver en la Ciudad Sanitaria de Madrid.

María Josefina Pérez Martínez y Baldomero Barral Fernández


 La mañana del 13 de septiembre de 1974, terroristas de ETA colocaron una bomba en los servicios de la cafetería Rolando. El establecimiento, situado en el número 4 de la calle Correo, se encontraba a escasos metros de la Dirección General de Seguridad, por entonces ubicada en plena Puerta del Sol. Hacia las 14.30, una brutal explosión sacudió la cafetería. El artefacto estaba compuesto por treinta kilos de explosivos y tuercas de unos dos centímetros de diámetro que actuaron como metralla. El techo se derrumbó y decenas de personas quedaron sepultadas bajo los escombros. Nueve de ellas murieron el día del atentado y otras cuatro fallecieron posteriormente a causa de las heridas. Dos de ellos fueron María Josefina Pérez Martínez y su marido, Baldomero Barral Fernández, que eran padres de dos hijos. Alrededor de sesenta personas resultaron heridas, algunas de ellas con graves amputaciones. El atentado contra la cafetería Rolando fue el primer atentado indiscriminado de ETA contra población civil. Sus responsables nunca fueron juzgados.

Baldomero Barral Fernández, de 24 años, panadero. Natural de La Coruña, estaba acompañado de su esposa. Baldomero había sido boxeador profesional hasta 1971, ganando los títulos de campeón de Galicia de peso pluma y peso ligero.

María Josefina Pérez Martínez, de 21 años, esposa del anterior y también de La Coruña. El joven matrimonio estaba visitando Madrid. Tenían dos hijos, el mayor de ellos de tres años.

Francisca Baeza Alarcón

Francisca Baeza Alarcón estaba con su prima Maribel González en la cafetería Rolando de Madrid cuando estalló la bomba que acabó con su vida.  Tenía 45 años, estaba soltera y era profesora de Enseñanza General Básica en Valdepeñas (Ciudad Real), donde ejercía desde hacía quince años. Francisca, hija única, vivía con sus padres, también maestros pero ya jubilados. Aquel 13 de septiembre había ido a Madrid a hacer unas compras y parado con su prima en la cafetería donde solían acudir juntas siempre que se pasaba por Madrid.  Maribel resultó herida pero pudo salvar la vida. Fue ella quien identificó el cadáver de su prima. Francisca fue enterrada en Valdepeñas. Sus alumnos  conformaron la comitiva.

Antonio Alonso Palacín y María Jesús Arcos Tirado

Antonio Alonso Palacín nació en Alhama de Aragón. Seis días antes de ser asesinado por ETA se había casado en la vecina Calatayud. Era empleado de una fábrica de motores. Antonio murió el 13 de septiembre de 1974, cuando miembros de ETA hicieron estallar una bomba en los aseos dela cafetería Rolando, en el número 4 de la calle Correo de Madrid, ocasionando una masacre sin precedentes en la que murieron trece personas y resultaron heridas otras sesenta, once de ellos agentes de Policía. La presencia de varios miembros de ETA en Madrid para preparar el atentado contra Carrero Blanco sirvió también para que se fijaran en la cafetería Rolando, debido a la proximidad del local a la Dirección General de Seguridad. Los etarras supusieron que los clientes del establecimiento serían policías y organizaron el atentado. La explosión hizo que el techo de la cafetería cayera sobre la gente que se encontraba dentro y su onda expansiva abrió los muros hasta la segunda planta del inmueble, provocando importantes daños en los pisos superiores y en las casas colindantes. ETA no quiso reconocer la autoría de esta acción terrorista que enfrentó a dos sectores en el seno de la banda.

María Jesús Arcos Tirado, de veintiocho años, era de Contamina, provincia de Zaragoza. Una semana antes, el 7 de septiembre, se había casado con Antonio Alonso Palacín.  Ambos murieron en el atentado de la cafetería de la calle Correo.  María Jesús trabajaba como telefonista en Alhama de Aragón. La foto de su boda, en blanco y negro, fue publicada en los periódicos tras el asesinato.