En la tarde del 18 de agosto de 1986 la banda terrorista ETA asesinaba en Villareal de Álava a JOSÉ MARÍA PICATOSTE GONZÁLEZ DE ECHÁVARRI, coronel del Ejército de Tierra en la reserva activa, que se encontraba en la localidad alavesa pasando unos días de vacaciones con su familia.
El asesinato se produjo en el aparcamiento del restaurante Casa Astola poco después de las 18:20 horas. Dos jóvenes le dispararon varias veces cuando el militar, que iba de paisano, acababa de entrar en su vehículo, un Seat 1.500, acompañado de su mujer, dos hijos, una sobrina y otro matrimonio, después de haber tomado un café en el local y despedirse de uno de sus hijos que se marchaba a Francia. La víctima fue alcanzada tres veces, dos de ellas en el costado y una en el cuello, falleciendo prácticamente en el acto. Su mujer resultó herida por los cristales del vehículo rotos por los disparos de los terroristas. En el lugar de los hechos se hallaron cuatro casquillos de bala del calibre 9 milímetros parabellum.
En el momento de producirse el asesinato se encontraban en la barra del establecimiento media docena de personas. Al parecer, dentro del mismo local se encontraban los etarras, miembros del grupo Araba de ETA, tomando un refresco a la espera de que el militar saliese del mismo.
El coche usado por los asesinos, un Ford Fiesta rojo, fue encontrado hora y media después de que se cometiera el crimen en el kilómetro 22 de la carretera 625, a la altura del puerto de Cruceta, en la localidad alavesa de Aramayona. Fuerzas expertas en la detección de explosivos inspeccionaron el interior del vehículo y rastrearon los alrededores por si pudiera tratarse de un coche-trampa.
Un hijo de la víctima, José María Picatoste, mientras esperaba la llegada del juez que ordenara el levantamiento del cadáver, se dirigió a los periodistas gritando: "Nosotros no perdonamos. Desde ahora, están sentenciados a muerte. Esto no es política, son muertes, y han matado a mi padre. Lo único que hacen es destrozar familias. Y que conste bien claro que queremos al País Vasco".
De forma sorprendente, porque lo habitual en el brazo político de la banda terrorista ha sido lo contrario, un concejal de Villarreal perteneciente a Herri Batasuna, José Enrique Martínez de Sarriá, apoyó la moción del Ayuntamiento que condenaba el asesinato del coronel Picatoste y que calificaba a la víctima de "un hombre de bien" (ABC, 20/08/1986).
El asesinato del coronel de Artillería coincidió en el tiempo con el debate entre las fuerzas políticas vascas sobre la conveniencia o no de negociar con la banda terrorista ETA. Un día antes,Arzalluz había hecho unas polémicas declaraciones, en las que recordaba que "ETA había querido negociar, y Madrid no", añadiendo que "en Madrid hay gente que no quiere que ETA acabe". Por ese motivo, su partido y el Gobierno vasco estaban haciendo gestiones para establecer relaciones con la banda terrorista. El dirigente socialista Ricardo García Damborenea, por su parte, manifestó que estas polémicas sólo servían para hacer propaganda a ETA y que la banda "no quiere negociar y no ha dado todavía el primer paso para manifestar su voluntad de diálogo, que es dejar de matar". En opinión de García Damborenea, "al PNV se le ha quedado pequeño el Estatuto de Autonomía y no encuentra fórmula jurídica ni excusa política para romper el techo del Estatuto y se agarra a un clavo ardiendo con la esperanza de que, a través de la negociación con ETA, se amplíen los techos".
En 1989 la Audiencia Nacional condenó a Francisco Antonio Cabello Pérez y a Juan María Gabirondo Agote por el asesinato de José María Picatoste, con los agravantes de alevosía y premeditación, a 29 años de prisión. En el mismo fallo se condenó a Eduardo Sainz Lobato a 27 años de prisión por los delitos de atentado y pertenencia a banda armada, pero sin el agravante de alevosía y premeditación. Por último, Jon Joseba Arrejolaleiba Madina fue condenado por pertenencia a banda armada a 7 años de prisión. Arrejolaleiba había realizado labores de información desde dos años antes de que se cometiera el asesinato.
José María Picatoste González de Echávarri, de 58 años de edad, estaba casado y tenía cuatro hijos. Era coronel de Artillería en la reserva activa y estaba destinado en el cuartel general de la brigada de Artillería de Burgos cuando fue asesinado. Pertenecía a la séptima promoción de la Academia General de Zaragoza y era especialista en artillería antiaérea. El coronel acostumbraba pasar algunos días de vacaciones en Villarreal de Álava. Iba a pasar a la reserva tres meses después y nunca había recibido amenazas, según comentaron sus familiares. El cuerpo del coronel asesinado fue trasladado en la noche de su asesinato al depósito de cadáveres del Hospital Santiago Apóstol de Vitoria, para practicarle la autopsia. Después sus restos mortales fueron llevados hasta Logroño, donde se instaló la capilla ardiente en las dependencias del Gobierno Militar. El funeral tuvo lugar el 20 de agosto en esta ciudad, de donde era natural su mujer y dos de sus hijos menores. Fueron presididos por el ministro de Defensa, Narcís Serra, y el jefe de la Junta de Jefes de Estado Mayor, José María Sáenz de Tejada.
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