El 19 de marzo de 1992, sobre las 06.30 de la mañana, un etarra llamó al Real Automóvil Club de Cataluña (RACC) avisando de la ubicación de otro coche-bomba en la autopista A-18 que comunica Sabadell con Tarrasa. Advertían, además, de que estallaría entre las 8:45 y las 9:00 horas. Sin embargo, y mientras las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado hacían lo posible por localizar el vehículo, estacionado en un túnel a la altura de San Quirce del Vallés, Antonio José Martos Martínez pasó junto al mismo de camino a su trabajo en la empresa Cobega, concesionaria de la firma Coca-Cola.
El paso subterráneo es utilizado como atajo por algunas personas para ir a pie desde Sabadell al polígono industrial Casablanca, en San Quirce. Cuando Antonio José pasó junto al vehículo, el coche-bomba explotó, provocando su muerte en el acto. Eran las 7:55 horas, 50 minutos antes de la hora en la que, según los autores de la llamada, estaba previsto que estallase. La víctima quedó destrozada y sólo la documentación que llevaba consigo permitió su identificación cinco horas después.
Los autores de este atentado eran los mismos que habían asesinado pocas horas antes a Enrique Martínez. Fernando Díez Torres fue detenido pocos días después del asesinato de Enrique y Antonio, y condenado por este último atentado en 1999. Posteriormente sería condenado, en 2002, José Luis Urrusolo Sistiaga. La etarra Idoia Martínez García participó también, presuntamente, en la colocación del coche-bomba que acabó con la vida de Antonio.
Antonio José Martos Martínez era albañil y tenía 27 años.Tenía una niña de cuatro años con su pareja Núria Camí Pérez, con la que vivía en Sabadell. Militaba en CCOO y el Partido Comunista de Cataluña (PCC). Era el mayor de los cinco hijos del matrimonio Martos, comunistas de toda la vida. Tanto ellos como su pareja rechazaron que se hiciese cualquier oficio religioso y aceptaron el ofrecimiento del consistorio de Sabadell de realizar una homenaje civil frente al Ayuntamiento de la ciudad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Es fundamental recordar y honrar a todas las personas que perdieron la vida o resultaron afectadas por los actos violentos perpetrados por ETA. Cada una de estas víctimas merece nuestro respeto y solidaridad.